jueves, 20 de noviembre de 2014

20 de noviembre: Día del niño

Hoy nadie nos podrá parar, gritaremos bien fuerte para romper el muro que impide cumplir nuestros sueños y todos nos uniremos para darle vida a los adultos y hacer un mundo mejor.
¡Feliz día del niño!
(3

miércoles, 12 de noviembre de 2014

La aventura de Brenda 2

Capítulo II
Al final de las clases Brenda se despidió de Cecilia y se puso a copiar las páginas que le habían pedido los profesores. Entonces, Carlos le preguntó a Brenda:
-¿No tenías que hablar con Alejandro o algo así?
Brenda pensó:
-¡Es verdad! Cómo se me habrá podido olvidar ¡Qué tonta!
Cuando Brenda decidió que iba a hablar con el chico el próximo día, siguió copiando las páginas.
-¡Qué rollo, otra vez la raíz cuadrada de cinco!-se decía Brenda mientras Carlos miraba los dibujos que había hecho ella en la mochila.
-Brenda, ¿por qué en tu mochila pone un millón de veces (contadas) “Vaya con el cinquillo”?
-No es nada, Carlos. Por cierto, ¿no tienes nada que hacer en vez de despistarme con el cinco?
-Bueno, en realidad sí tengo algo que hacer, pero prefiero darte la castaña.
Brenda cogió su lápiz y lo tiró a la otra punta de la clase.
-¡Perrito, vete a por él!
-No cuela, Brenda-dijo Carlos enfadado-.Si no queda más remedio iré a por él y me pondré a estudiar.
-Buen chico.
-¡Eh!
Entonces, Carlos le entregó el lápiz a la chica y se puso a dibujar. Brenda se dio la vuelta y vio que Carlos no estaba estudiando. Suspiró, miró su reloj y siguió copiando. Eran las 2:55. ¡Quedaban cinco minutos para terminar el castigo!
Por suerte, ese día no había llegado nadie tarde, por lo que Brenda terminó la copia a la hora justa. Bueno, a la hora justa no; ya eran las 3:15.
Brenda avisó a Carlos y salieron del instituto.
Brenda exclamó:
-¡Bua! ¡Llego tarde a casa de Ceci!
Tenía razón, porque eran las 3:20.
Entonces, Brenda echó a correr para llegar a casa de su amiga.
Por lo menos, la casa de Cecilia estaba a pocos metros del instituto. Cuando la muchacha alcanzó la casa de su amiga, llamó al timbre y abrió la madre de Cecilia.
-Hola, cariño. Estás sudando, ¿quieres algo? ¿Agua? ¿Un bocadillo?
-Por favor, todo lo que has dicho.
-Ahora mismo. Entra, Cecilia está en su habitación.
-Muchísimas gracias
Brenda entró en la casa. ¡Estaba decorada con motivos de cumpleaños!
-¿Por qué tenéis la casa así?- le preguntó Brenda a la madre de Cecilia.
La mujer respondió:
-Mañana es el cumpleaños de tu padre y le vamos a hacer una fiesta sorpresa.

Brenda exclamó:
-¡¿A mi padre?! ¿Os habéis acordado de su cumple? ¡Le queréis más que yo!
-No, pequeña. Mira, ahí está Cecilia-dijo la madre de la muchacha al verla.
-Hola, Brenda. ¿Has venido sin pasar por tu casa?
-Sí, pero lo importante es que ya he llegado y podemos hacer lo que quieras.
-¿Vemos una película?
-Vale.
-Mamá, necesito palomitas, el salón y todas las pelis que encuentres.
La madre de Cecilia se fue a la cocina a hacer las palomitas.
Cuando terminaron de ver las películas, Brenda llegó a su casa y se puso a hacer los deberes. Como tenía pocos, los terminó pronto y llevó a su hermana pequeña al parque.
-¡Maldita sea, ahí está Jennifer y las otras!-se dijo Brenda cuando las vio, demasiado alto, porque su hermana (Rosalía) la oyó.
-Brenda, ¿qué pasa?-preguntó Rosalía.
-Mira, Rosalía-dijo Brenda señalando hacia “Las JENNIFER”.-Esas chicas son lo peor. Pase lo que pase, no les hagas caso. ¿Entendido?
-Sí.
-¿Lo prometes?
-Sí.
-¿De verdad?
-Cuando hago una promesa no la incumplo jamás.
-¿Seguro?-dijo una voz detrás de ellas.
-¡Las chicas más tontas del instituto!-gritó Brenda para saludar a “Las Jennifer”.
-Hola, bichaja. Quiero decir: Hola, bichejo. Así que ésta es tu hermana.
Las otras chicas le hicieron eco.
-Sí, es mi hermana-dijo Brenda enfadada-.Y ya sabe leer, no como tú.
-¿Cómo?-preguntó alarmada Jennifer-.Chicas, vámonos.
-Eso, vete, nadie se mete con mi hermana-dijo en voz baja Rosalía mientras se alejaban “Las Jennifer”.
Brenda le dijo a su hermanita:
-Ya puedes jugar tranquila.
Rosalía se fue y empezó a columpiarse, mientras que Brenda leía sentada en un banco.
De repente, alguien le tapó los ojos con las manos y preguntó:
-¿Quién soy?
Brenda dijo sin dudar:
-Alejandro, ¿por qué has venido al parque?
El muchacho se sentó en el banco y respondió:
-Mi hermana pequeña va a la academia de inglés, y como está tan cerca se me ha ocurrido venir.
Me ha dicho un pajarito que antes querías hablar conmigo. Pero se te ha olvidado, ¿verdad?
-Pues sí-respondió Brenda, roja de la vergüenza-.Quería decirte que, bueno, no sé.
-¿Te gusto?
-Sí.
-Pues a mí también me gustas.
Lo siguiente ocurrió muy rápido: Brenda y Alejandro estuvieron hablando de si quedaban tal día, o el otro…sin darse cuenta de que alguien les estaba observando. Y ese alguien era… ¡Jennifer!
Si Jennifer se callara y no publicara los cotilleos en el blog del instituto, no abría ningún problema, pero ya os imaginaréis lo que pasó.
El siguiente día, en el aula de trabajo del instituto, cada delegado y subdelegado de  su respectiva clase presentó su documento para el blog. Allí estaban, entre otros: Brenda y Mario, Jennifer y Sami, Santiago y Manuel…
Brenda presentó un documento sobre los poemas para niños. Empezó a leer:
<Los niños son tan divertidos que hasta han hecho sus propios poemas. Mirad:
El hada más hermosa ha sonreído
Al ver la lumbre de una estrella pálida,
Que en hilo suave, blanco y silencioso
Se enrosca al huso de su rubia hermana.
Y vuelve a sonreír porque en su rueca…>
Cuando llegó el turno de Jennifer, enseñó su documento. Todos lo leyeron con curiosidad excepto Brenda, que estaba sentada en su asiento con la cara como un tomate de la vergüenza.
Al salir del aula de trabajo, Paula se ofreció para escribir los documentos de cada delegado en el blog.

El instituto transcurrió como todos los días, porque hasta la noche no empezaron a hablar del blog. A Brenda le mandaban mensajes felicitándola o diciéndole que tenía mucho morro. Pero le llegó uno muy especial. Era como éste.
Cecilia]
Pensaba que éramos amigas y que compartíamos al chico que nos gustaba. Me has roto el corazón LM

Brenda se entristeció, pero, después, se enfadó con Cecilia. ¿Qué quería que hiciera? ¡Si él empezó! Ésta fue su conversación.
Brenda: ¡Él empezó!
Cecilia: ¡Pero tú le seguiste!
Brenda: Lo siento.
Cecilia: No me vale. Hasta mañana.
Brenda: Hasta mañana.
El siguiente día de instituto, no paraban de hablar de “Brenda y su chico”. Así le llamó Jennifer a su documento.
-Gracias, Jennifer-dijo Brenda con tono de repugnancia-. Has conseguido que mi mejor amiga me odie.
Jennifer bromeó:
-Ah, ¿es que tenías amigas? No lo sabía. Serán tan tontas como tú.
Sus amigas fueron las únicas que se rieron. Después, “Las Jennifer” se fueron dejando su perfume por donde iban pasando. Esta vez, Jennifer se había pasado mucho.
-¡Meterse en cosas íntimas! ¡Y encima publicarlas!-exclamó Brenda. Su mejor amiga la había dejado, pero, ¿cómo estaría Alejandro? Le buscó por todo el instituto hasta que le preguntó a Raquel si lo había visto.






martes, 11 de noviembre de 2014

Película

Busco niños de 5º de primaria y algunos padres de esos niños para hacer mi película. Si queréis participar o tenéis alguna duda, mandar un e-mail a esta dirección:
naiamurillourkiza@gmail.com
¡Os espero!

miércoles, 29 de octubre de 2014

Serlojom, sé que es un nombre raro.

Colega, admítelo, tú no sirves para esto
Pues aquí estoy yo, Serlojom, gran nombre, ¿eh?
Ya, sé que es muy feo, demasiado feo… Bueno, pero, ¿qué importa todo lo demás si uno es listo?
Sí, creeréis que es tan molón como ser el mejor jugador de fútbol, pero, ¿sabéis qué se siente cuando eres un empollón al que todos los días los matones le pegan uno, dos o incluso tres puñetazos?
Creo que no. No os podéis imaginar cómo es mi mundo. Los tres empollones contra los cinco matones. Suena bastante mal, ¿verdad?
¿Pero qué se puede hacer teniendo unos padres con prisa, que no paran nunca, ni para hablar con el director de mis maravillosas notas?
Y, claro, no creáis que las chicas quieren empollones, ellas quieren chicos fuertes, y solamente con mis doce años de edad, ¿alguien cree que voy a ser fuerte?
¡Qué horror de vida, los matones siempre se están riendo de mí! ¡Mi padre viene, me tengo que ir al cole! ¡Socorro!
-Hola, chicos. ¿Han venido ya los matones?-les pregunté a mis amigos.
-No, ni rastro de ellos-me respondió Gael (en verdad se llama Gerónimo Anónimo, pero como no le gusta ese nombre, le llamamos así).
-¡Ahí están los empollones!-gritó un matón.
-¡Echad a correr!-le grité a mis amigos.
-¡Colega, admítelo, tú no sirves para esto!-exclamaron mientras íbamos haciendo una pirámide (de tres niños).
Cuando conseguí que los dos de arriba se metieran al otro lado de la valla del cole, eché a correr y me escondí. Los matones no habían visto lo que acababa de pasar, porque les estaba riñendo un profesor.
Se estaban acercando… se oían unos pasos…
¡Salí de mi escondite y reanudé la carrera mientras los matones me perseguían!
-¡Ven aquí, científico loco!-gritaban ellos.
Llegó por fin el glorioso momento en el que sonó el timbre para entrar en clase.
Paré a descansar, pero… ¡Los matones me rodearon!
-Hoy, por escaparte, recibirás el doble de puñetazos-decían mientras preparaban sus dedos haciéndolos crujir con un ruido ensordecedor.
Yo estaba inmóvil.
-¡Señoritos!-exclamó un profesor desde el otro lado del patio-. ¡Dejen a ese pobre niño y suban a sus clases!
Ellos, con gestos angelicales, obedecieron rápidamente.
-Serlojom, ¿te has hecho daño?-me preguntó.
-No, señor-le respondí intentando colocarme las gafas.
-Estás sudando; lo mejor será que te pongas la chaqueta y te eches un poco de agua en la cara.
Yo no me lo creía. ¡Una chaqueta!
-Sí, sí, señor-respondí.
Me levanté del suelo (por si no sabéis que me había asustado tanto que me había tirado) y fui caminando despacio a clase.
Cuando volví a casa, mis padres seguían tan atareados como siempre; mi madre limpiaba y mi padre, que estaba en la cama, no hacía más que quejarse:
-¡Me duele el hombro, creo que me lo he roto!
-Ya voy- ésta es mi madre.
-¡Un vaso de agua, que me voy a disecar!
-Ahora mismo, espera que termine de limpiar la cocina.
-¡El dedo!
-Sí.
-¡La nariz!
-Sí, sí.
Todo eso y más, pero ni siquiera se dieron cuenta de que había llegado. De modo que subí a mi habitación e hice los deberes. Ya, no había comido, pero es que mi madre le había dado toda la comida a mi padre, porque decía que comía muy poco y si seguía así dentro de unos meses se iba a morir.
Cuando terminé los deberes me fui al parque.

¡Ah, por fin un poco de tranquilidad!

miércoles, 22 de octubre de 2014

Alejandro Sanz




                                                   ¡Y ahí está, un vídeo que he hecho yo!

martes, 21 de octubre de 2014

Canción




                         A ver si podéis no llorar con esta canción. 
                           Vale, lo admito, yo he llorado.

miércoles, 15 de octubre de 2014

La aventura de Brenda 1

A@BCDEF
œLa aventura de Brenda
Capítulo I
Era por la mañana. Brenda se despertó y escuchó gritar a su padre.
-Papá, ¿Qué pasa?-preguntó ella.
El señor Adam Brown estaba hablando por teléfono.
-No se preocupe, ahora mismo estoy allí.
-¿Qué pasa, papá?- repitió Brenda.
-Nada, hija- respondió su padre.
-Papa, ¿cómo voy a nadar ahora? Venga, dímelo-insistió la chica.
-¡Son cosas del trabajo!-gritó Adam Brown y se fue.
-Cariño, tienes catorce años, no puedes seguir metiéndote en las cosas de tu padre. ¿Entiendes?-preguntó la madre de Brenda.
-Vale, mamá- respondió ella-Adiós, me voy al instituto.
Brenda cogió su mochila y se montó en el autobús que le esperaba en la puerta.
Se sentó al lado de Cecilia, su amiga desde pequeña. Cecilia le dijo a Brenda:
-Como hoy tenemos examen de química te contaré una historia para quitarnos los nervios.
-Vale
Cecilia empezó:
-Había una niña llamada… di un nombre.
-Cachurra
-Vale, está bien. Se llamaba Cachurra y tenía una amiga llamada…
-Da igual.
-Es raro, pero si tú quieres… Cachurra y Da igual eran muy amigas y… te estás aburriendo, ¿verdad?
-Sí, adiós.
Brenda salió del autobús seguida por su amiga y entraron en el colegio.
-¿Qué tal, chicas?- les preguntó Alejandro, el chico que les gustaba.
Ellas se sonrojaron y respondieron:
-Su-su-per-per bien-n.
-¿Os pasa algo?
-No, ¿por qué?-dijo Brenda.
-Es que estáis rojas. Bueno, pues adiós.
-Sí, adiós- logró decir Cecilia.
Las dos fueron a sus cajones donde guardaban los libros y todo y, cuando los abrieron, vieron la foto de Alejandro. Cogieron sus libros y corrieron hasta clase.
-Buenos días- saludó la profesora.
Todos la saludaron menos Brenda, que estaba dibujando en su cuaderno a Alejandro y Cecilia, que estaba mirando al chico.
La profesora empezó a explicar:
-Si abrís por la página ochenta y tres veréis cómo se hace una ecuación. Brenda, ¿qué estás haciendo?
-Ahora mismo lo guardo, profesora.
Brenda le pasó el papel a Cecilia y Cecilia se lo guardó para verlo después.
Al finalizar la clase, la profesora le dijo a Brenda:
-Sé lo que estabas haciendo y sé que a Cecilia y a ti os gusta Alejandro.
-¿Cómo lo sabes?-preguntó Brenda.
-Vete a hablar con él.
Dicho esto, Brenda se atrevió a hablar con Alejandro.
Pero, al momento, Brenda se esfumó.
-Hola, Brenda-dijo Cecilia-He visto tu dibujo. ¡Qué guapo te ha salido!
Brenda respondió:
-Más guapo es él.
Las dos se rieron y acudieron al comedor.
Cogieron su comida y se sentaron en una mesa.
-Hola, enamoradillas tontillas-dijo una chica de cabello rubio y largo que Brenda y Cecilia conocían muy bien.
-Hola, Jennifer-respondió Brenda con tono de repugnancia.
Jennifer alzó su plato de puré de salmón y se lo tiró a Brenda.
-¿Por qué le has hecho esto?-preguntó Cecilia.
Jennifer respondió:
-Por todo lo que me debe.
Mientras Jennifer se alejaba, Cecilia gritó:
-¡Pronto me las pagarás!
Pero cuando Jennifer se fue a sentar en su sitio, Cecilia le tiró un tomate en la cabeza.
Todos los alumnos de la sala exclamaron:
-¡Guerra de comida!
En un instante, estaban todos llenos de comida. La mujer que repartía la potingue (la comida estaba asquerosa) fue a avisar a los profesores. Cuando los tutores llegaron a la sala, todos los jóvenes estaban escondidos. Fernando, uno de los profesores, dijo:
-Como no salga aquí el que ha empezado la guerra de comida os quedaréis en el colegio hasta las tres y diez.
Fernando miraba toda la sala con la intención de encontrar al culpable, pero el joven o la joven no salía de su escondite.
-¡El culpable tiene diez segundos para declararse!-gritó Fernando.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve…
Brenda se dio cuenta de que Cecilia no iba a salir ahí, delante de los profesores ni por dinero. Por eso, decidió mentir y ella salió delante de los profesores.
Cuando ellos la vieron, Marta, otra profesora, dijo:
-¿Cómo has podido ser tú, Brenda? Una chica tan buena, tan disciplinada, que no rechaza la comida del comedor…Bueno, si esto es verdad tú tendrás un castigo cómo le pasaría a cualquiera.
Brenda estaba muda, pero consiguió decir:
-¿Qué castigo tendré que hacher, digo, hacer?
-Pues… te quedarás en clase cuando los demás se vayan a casa.
-¿Qué haré, señorita?-preguntó Brenda.
Marta respondió:
-Harás una copia de las páginas ochenta, ochenta y uno, ochenta y dos, ochenta y tres, ochenta y cuatro y ochenta y cinco del libro de Biología. ¿Entendido?
-Sí.
Cuando terminó aquella tortura, Cecilia se puso a llorar y le dio un abrazo a su amiga.
-Has sido muy valiente, no como yo, que soy una cobarde y he sido una tonta al no salir delante de los profesores, gracias-dijo ella mientras le abrazada con firmeza.
-Tranquila, cumpliré el castigo y podré ir a tu casa.
-¿Qué dices? Tú a mi casa…
-Claro, ¿no te acuerdas?
-Sí, ya me acuerdo. Gracias por recordármelo.
En ese momento sonó el timbre y Brenda y Cecilia fueron a su clase a dar Biología.
-Hola, Alejandro-le saludó Brenda al verlo-Eh, después de clase quiero hablar contigo.
-Okei-respondió él con su saludo que significaba “vale”.
Cuando todos estaban sentados en su sitio, Diego, el profesor de Matemáticas, entró en clase y se puso a hablar con Marta, la profesora que nos estaba dando Biología. Entonces, nos pusimos todos a hablar.
Alberto, que estaba detrás de Brenda, le dijo a ésta:
-Pobrecita… Tú no tenías la culpa, pero la tonta de Cecilia es tan tonta que otra vez ha sido tonta.
-¿¿¿Qué???-preguntó Brenda un “poco” confundida.
-Ya sabes. Por cierto, ¿tienes novio?
-¡A ti que te importa!
Brenda sabía muy bien que Alberto estaba loquito por ella porque a todos los chicos de la clase les gustaba Brenda menos a uno que le gustaba Jennifer y a otros dos que la chica había visto algunas veces juntos, pero ese era otro caso.
Unos segundos después empezó Carlos con su show. Se subió en la mesa sin que lo vieran los profesores y tiró el lápiz de Alberto por la ventana. Éste se lo dijo rápidamente a los profesores.
-Carlos, te quedarás castigado en clase con Brenda después-dijo Marta-.Ahora baja y coge el lápiz de Alberto.
Carlos se fue y Laura le susurró a Brenda:


-Quién sabe a dónde ha ido ese. Je, je.