miércoles, 15 de octubre de 2014

La aventura de Brenda 1

A@BCDEF
œLa aventura de Brenda
Capítulo I
Era por la mañana. Brenda se despertó y escuchó gritar a su padre.
-Papá, ¿Qué pasa?-preguntó ella.
El señor Adam Brown estaba hablando por teléfono.
-No se preocupe, ahora mismo estoy allí.
-¿Qué pasa, papá?- repitió Brenda.
-Nada, hija- respondió su padre.
-Papa, ¿cómo voy a nadar ahora? Venga, dímelo-insistió la chica.
-¡Son cosas del trabajo!-gritó Adam Brown y se fue.
-Cariño, tienes catorce años, no puedes seguir metiéndote en las cosas de tu padre. ¿Entiendes?-preguntó la madre de Brenda.
-Vale, mamá- respondió ella-Adiós, me voy al instituto.
Brenda cogió su mochila y se montó en el autobús que le esperaba en la puerta.
Se sentó al lado de Cecilia, su amiga desde pequeña. Cecilia le dijo a Brenda:
-Como hoy tenemos examen de química te contaré una historia para quitarnos los nervios.
-Vale
Cecilia empezó:
-Había una niña llamada… di un nombre.
-Cachurra
-Vale, está bien. Se llamaba Cachurra y tenía una amiga llamada…
-Da igual.
-Es raro, pero si tú quieres… Cachurra y Da igual eran muy amigas y… te estás aburriendo, ¿verdad?
-Sí, adiós.
Brenda salió del autobús seguida por su amiga y entraron en el colegio.
-¿Qué tal, chicas?- les preguntó Alejandro, el chico que les gustaba.
Ellas se sonrojaron y respondieron:
-Su-su-per-per bien-n.
-¿Os pasa algo?
-No, ¿por qué?-dijo Brenda.
-Es que estáis rojas. Bueno, pues adiós.
-Sí, adiós- logró decir Cecilia.
Las dos fueron a sus cajones donde guardaban los libros y todo y, cuando los abrieron, vieron la foto de Alejandro. Cogieron sus libros y corrieron hasta clase.
-Buenos días- saludó la profesora.
Todos la saludaron menos Brenda, que estaba dibujando en su cuaderno a Alejandro y Cecilia, que estaba mirando al chico.
La profesora empezó a explicar:
-Si abrís por la página ochenta y tres veréis cómo se hace una ecuación. Brenda, ¿qué estás haciendo?
-Ahora mismo lo guardo, profesora.
Brenda le pasó el papel a Cecilia y Cecilia se lo guardó para verlo después.
Al finalizar la clase, la profesora le dijo a Brenda:
-Sé lo que estabas haciendo y sé que a Cecilia y a ti os gusta Alejandro.
-¿Cómo lo sabes?-preguntó Brenda.
-Vete a hablar con él.
Dicho esto, Brenda se atrevió a hablar con Alejandro.
Pero, al momento, Brenda se esfumó.
-Hola, Brenda-dijo Cecilia-He visto tu dibujo. ¡Qué guapo te ha salido!
Brenda respondió:
-Más guapo es él.
Las dos se rieron y acudieron al comedor.
Cogieron su comida y se sentaron en una mesa.
-Hola, enamoradillas tontillas-dijo una chica de cabello rubio y largo que Brenda y Cecilia conocían muy bien.
-Hola, Jennifer-respondió Brenda con tono de repugnancia.
Jennifer alzó su plato de puré de salmón y se lo tiró a Brenda.
-¿Por qué le has hecho esto?-preguntó Cecilia.
Jennifer respondió:
-Por todo lo que me debe.
Mientras Jennifer se alejaba, Cecilia gritó:
-¡Pronto me las pagarás!
Pero cuando Jennifer se fue a sentar en su sitio, Cecilia le tiró un tomate en la cabeza.
Todos los alumnos de la sala exclamaron:
-¡Guerra de comida!
En un instante, estaban todos llenos de comida. La mujer que repartía la potingue (la comida estaba asquerosa) fue a avisar a los profesores. Cuando los tutores llegaron a la sala, todos los jóvenes estaban escondidos. Fernando, uno de los profesores, dijo:
-Como no salga aquí el que ha empezado la guerra de comida os quedaréis en el colegio hasta las tres y diez.
Fernando miraba toda la sala con la intención de encontrar al culpable, pero el joven o la joven no salía de su escondite.
-¡El culpable tiene diez segundos para declararse!-gritó Fernando.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve…
Brenda se dio cuenta de que Cecilia no iba a salir ahí, delante de los profesores ni por dinero. Por eso, decidió mentir y ella salió delante de los profesores.
Cuando ellos la vieron, Marta, otra profesora, dijo:
-¿Cómo has podido ser tú, Brenda? Una chica tan buena, tan disciplinada, que no rechaza la comida del comedor…Bueno, si esto es verdad tú tendrás un castigo cómo le pasaría a cualquiera.
Brenda estaba muda, pero consiguió decir:
-¿Qué castigo tendré que hacher, digo, hacer?
-Pues… te quedarás en clase cuando los demás se vayan a casa.
-¿Qué haré, señorita?-preguntó Brenda.
Marta respondió:
-Harás una copia de las páginas ochenta, ochenta y uno, ochenta y dos, ochenta y tres, ochenta y cuatro y ochenta y cinco del libro de Biología. ¿Entendido?
-Sí.
Cuando terminó aquella tortura, Cecilia se puso a llorar y le dio un abrazo a su amiga.
-Has sido muy valiente, no como yo, que soy una cobarde y he sido una tonta al no salir delante de los profesores, gracias-dijo ella mientras le abrazada con firmeza.
-Tranquila, cumpliré el castigo y podré ir a tu casa.
-¿Qué dices? Tú a mi casa…
-Claro, ¿no te acuerdas?
-Sí, ya me acuerdo. Gracias por recordármelo.
En ese momento sonó el timbre y Brenda y Cecilia fueron a su clase a dar Biología.
-Hola, Alejandro-le saludó Brenda al verlo-Eh, después de clase quiero hablar contigo.
-Okei-respondió él con su saludo que significaba “vale”.
Cuando todos estaban sentados en su sitio, Diego, el profesor de Matemáticas, entró en clase y se puso a hablar con Marta, la profesora que nos estaba dando Biología. Entonces, nos pusimos todos a hablar.
Alberto, que estaba detrás de Brenda, le dijo a ésta:
-Pobrecita… Tú no tenías la culpa, pero la tonta de Cecilia es tan tonta que otra vez ha sido tonta.
-¿¿¿Qué???-preguntó Brenda un “poco” confundida.
-Ya sabes. Por cierto, ¿tienes novio?
-¡A ti que te importa!
Brenda sabía muy bien que Alberto estaba loquito por ella porque a todos los chicos de la clase les gustaba Brenda menos a uno que le gustaba Jennifer y a otros dos que la chica había visto algunas veces juntos, pero ese era otro caso.
Unos segundos después empezó Carlos con su show. Se subió en la mesa sin que lo vieran los profesores y tiró el lápiz de Alberto por la ventana. Éste se lo dijo rápidamente a los profesores.
-Carlos, te quedarás castigado en clase con Brenda después-dijo Marta-.Ahora baja y coge el lápiz de Alberto.
Carlos se fue y Laura le susurró a Brenda:


-Quién sabe a dónde ha ido ese. Je, je.